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¡Muy buenas!

Me llamo Horacio Martel, nací en Tenerife, Islas Canarias, y soy un músico con el corazón dividido entre aulas y escenarios.

Sentí la llamada de la música muy jovencito pero no llegué a ella tan pronto ni por el camino convencional – o sea, que no fui al Conservatorio -, digamos que me hice músico a través de la relación con otros músicos y de mi espíritu autodidacta.

Lo de enseñar, por otro lado, ya me venía de fábrica. Recuerdo que en los recreos del colegio reunía algunos de mis amigos con malas notas y les daba “clases particulares” para que aprobaran y sus padres les dejaran salir a la calle a jugar.

Hace más de 20 años descubrí que tenía talento para transmitir información y motivar, desde entonces me dedico a enseñar música con un método propio que he ido optimizando gracias a mi paso por la Facultad de Educación y a cada persona con la que he tenido el placer de compartirlo.

En el plano artístico, he colaborado con numerosos grupos y artistas locales subiéndome a escenarios nacionales e internacionales y participando también en distintos trabajos de estudio. En esta faceta el protagonismo se lo ha llevado claramente la guitarra eléctrica y estilos musicales más vinculados a ella como el pop, rock, reggae, funk… Sin embargo siempre he estado ligado al folklore y la música sudamericana por lo que también he tenido años de mucha actividad con instrumentos como el laúd y el requinto.

A partir de los últimos 10 años, sin embargo, el instrumento en el que más he estado enfocado es sin duda ese que te ha traído hasta aquí: el tres cubano. Los treseros desgraciadamente no abundan – ya me estoy encargando yo de que eso cambie, jeje – y eso me ha permitido acumular experiencia trabajando con muchos grupos de formatos distintos (grandes, pequeños, con piano, sin piano…) que exigen diferentes formas de enfocar el acompañamiento. 

En la actualidad sigo compaginando aulas – virtuales también – con escenarios, tratando de llevar a quienes están aprendiendo una experiencia lo más cercana posible al mundo de la música profesional. 

Cómo empecé a tocar el tres cubano

Había una vez un niño hipnotizado por la música que empezó a tocar la guitarra casi por casualidad  y terminó dedicándose a ello a pesar de lo mal que lo había hecho su primer profesor. 

Lo cierto es que gracias a ese profesor aprendió un montón de cosas que tenía que evitar si quería enseñar a tocar a alguien y mantenerlo motivado, una información valiosísima que muchos años después aplicó a su peculiar estilo didáctico, así que sería justo agradecérselo también (¡gracias, don Manolo!).

Un día, pasando junto al cuarto de su hermano, donde la salsa giraba incansable en el tocadiscos, escuchó algo que no iba a poder sacarse nunca más de la cabeza (¡gracias, Pablo!). 

Todavía no sabía que aquello se llamaba “tumbao” pero ya lo tenía metido en el cuerpo hasta los huesos y allí iba a quedarse para siempre.

Para su enorme suerte, crecía en una época en la que la música latina proliferaba a su alrededor en una ciudad de Tenerife que llamaban “La capital europea de la salsa”. 

Aunque en los discos de su hermano los tumbaos los tocaba un piano, tiempo después encontró una cinta de casete en la que escuchó aquellos mismos ritmos tocados por algo que sonaba parecido a una guitarra. Así empezó una búsqueda incansable que pareciera imposible en los tiempos de antes del YouTube.

A los 15 años empezó a tocar la guitarra eléctrica en un club juvenil al que le invitó un amigo del colegio (¡gracias, Paco!). Mucho rock, pop, funk, reggae… pero ni rastro del “tumbao”. 

Siguió aprendiendo música y conociendo gente hasta que llegó a un grupo de folklore en el que, entre otros muchos instrumentos, empezó a tocar el laúd. Estaba claro que aquello no es lo que había escuchado en sus cintas de casete pero sentía que por fin se estaba acercando.

Un día, en una conversación casual con el empleado de una tienda de música que había al lado de su casa (¡gracias, Moi!), toda aquella oscuridad iba a disiparse de un plumazo: ese instrumento que estaba buscando se llamaba tres cubano y lo vendían en Real Musical – una tienda ya desaparecida de Santa Cruz -. 

Con el dinero prestado por un amigo (¡gracias, Ramón!) y sin pensarlo dos veces se compró aquel tres con el que empezó a andar a tientas el camino de la sabrosura invirtiendo horas de ensayo y error con la oreja pegada a los pocos casetes que tenía.

Aquel niño, que contaba ya con veinte años, se decidió a encontrar a gente que, como él, andara transitando el camino de la sabrosura. Después de algunas idas y venidas terminó por formarse un grupo-escuela que se llamó “De San Juan a Corpus”.  

Estos tiempos de “jugar a ser” fueron la magia que hizo posible el milagro. 

Al fin, después de tanta búsqueda entre tiendas de música y cintas de casete mal grabadas, el destino iba a premiar su cabezonería. Un día de verano del año 2003 se subió por primera vez a un escenario para hacer sonar en el tres aquellos tumbaos que escuchó de niño girando en el tocadiscos de su hermano.

De dónde sale "A 9 semanas de Cuba"

Probando la metodología del curso a golpe de taller y masterclass

Después de más de 10 años enseñando a tocar la guitarra, no había tenido ni un solo alumno que me preguntara por el tres cubano hasta que un día llegó la llamada de Ismael.

Aunque empecé enseñándole algunas canciones, al poco tiempo me di cuenta de que en realidad eso no era enseñarle a tocar el tres. Cambié entonces el enfoque y fui encontrando formas de hacerle entender algo muy difícil de explicar: cómo se puede tumbar cualquier son.

Para alegría de ambos, el esfuerzo y la paciencia de mi amigo Ismael estaban dando buenos frutos por fin.

Un día me dijo: “¡Coño, ahora que toco el tres más o menos no encuentro a nadie que sepa acompañar con la guitarra!”

Tenía toda la razón. Era muy habitual que en medio de una parranda se cantaran algunos sones pero lo cierto es que muy rara vez alguien los tocaba bien. Eso me hizo pensar que quizás habría mucha gente enamorada del son cubano que se veía incapaz de poder tocarlo bien, o que ni siquiera sabía que lo estaba haciendo mal. Entonces pensé…

¿Y si monto yo un curso para ayudar a la gente a tocar el son? 

La idea de cómo hacerlo me llegó clarísima porque la solución estaba donde yo mismo la había encontrado: crear un grupo-escuela como lo fue “De San Juan a Corpus” pero con la guía y el asesoramiento directo de un grupo de músicos con experiencia, precisamente el ingrediente que nosotros no habíamos tenido. Fue así como empecé a diseñar un curso para tres, guitarra, bajo, voz y percusión donde se impartiría a cada alumno una clase de fundamentos musicales, otra del instrumento que hubiera elegido y otra de combo en la que trabajaría en grupo las canciones sobre las que se aplicaba todo lo anterior. 

Así nació “A 12 semanas de Cuba”, un programa experimental de 3 meses de duración que, cuando tuve claro sobre el papel, quise probar con un grupo piloto para ver qué tal funcionaba. En ese proceso las 12 semanas se quedaron en 9 además otros muchos cambios que surgieron gracias al feedback que aportaron los participantes. 

Recogiendo los carteles en la imprenta

El 20 de mayo de 2019, el curso se hizo realidad con una acogida espectacular entre todos los alumnos que asistieron. 

Un año después impartimos la segunda edición y empezamos la organización de un Ciclo de Descargas donde los alumnos, y quien quisiera unirse libremente, tenían un lugar donde ir a tocar son cubano y compartir experiencias, comida y risas. El objetivo era crear semillas que hicieran germinar la pasión por el son cubano allá donde llegaran (parrandas de amigos, grupos de folklore…).

Cuando todo iba viento en popa y sentíamos que nos íbamos a comer el mundo, llegó el fatídico año 2020 y de repente el mundo se detuvo por completo. La cultura se confinó a las pantallas de los ordenadores y el contacto social fue abolido.

Sin embargo esa horrible situación fue lo que me empujó a crear una versión online del curso y a compartirlo con gente de todo el mundo. 

Abrí un canal de YouTube y repetí el proceso de usar un grupo piloto (al que llamé “Fundadores”) para que me ayudara a convertir en digital aquella experiencia que habíamos tenido.

El resto de esta historia se resume en muchas horas hablando con los alumnos a través de Zoom, trabajando para mejorar la experiencia de usuario y sintiendo una inmensa alegría por sembrar las semillas de esta música que tanto amo en tantos países del mundo.

Entrevista en Radio La Guancha con Dácil Abreu  hablando sobre la 2ª Edición del curso A 9 semanas de Cuba

Entrevista en el programa “Buenos días, Canarias” de la Televisión Canaria hablando sobre la 2ª Edición del Curso A 9 semanas de Cuba.

Entrevista con Alexis Hernández para el programa “Canarias, mi mundo” de Canarias Radio hablando sobre el proyecto A9SemanasDeCuba.com

Qué otros proyectos tengo

Instrumentista

Toda la actividad profesional que hago podríamos resumirla en una frase que me acompaña hace bastante tiempo: 

“Hacer que la música sea posible”

Estoy convencido de que la vida es mejor con música y ese es el granito de arena que me he propuesto poner para hacer de este mundo un lugar más feliz. Bien sea porque la interpreto yo, porque doy clases y ayudo a otros a ser capaces de interpretarla, porque hago canciones o facilito que se generen propuestas culturales entre jóvenes, la clave está en contagiar la pasión por vivir una vida con música.

Te pongo algunos ejemplos:

  • Doy clases presenciales en la Escuela de Música Moderna de la Universidad Popular de Candelaria, en Tenerife.
  • Trabajo como guitarrista y tresero profesional colaborando con distintas formaciones y artistas, tanto en estudio como en directo.
  • Organizo e imparto distintas actividades musicales como masterclass, talleres, cursos y conciertos didácticos.
  • Hago trabajos de composición y asesoramiento musical para grupos y artistas.